miércoles, 3 de marzo de 2010

Flash Gordon


Argumento: Un afamado jugador de fútbol americano, Flash Gordon, es obligado por el paranoico profesor Zarkov, y junto a la atractiva periodista Dale Arden, a viajar al planeta Mongo para intentar poner fin a los planes de destrucción de la Tierra urdidos por el despiadado emperador Ming.

Ficha técnica:
Dirección: Mike Hodges. Productores: Dino De Laurentiis y Bernard Williams. Guión: Lorenzo Semple jr. y Michael Allin, a partir de los personajes de Alex Raymond. Fotografía: Gil Taylor. Música: Queen, con la supervisión de Howard Blake. Montaje: Malcom Cooke. Diseño de producción: Danilo Donati. Efectos especiales: George Gibbs, Glen Robinson y Chris Kelly. Intérpretes: Sam J. Jones (Flash Gordon), Melody Anderson (Dale Arden), Topol (Dr. Hans Zarkov), Max Von Sydow (Emperador Ming), Ornella Mutti (Princesa Aura), Brian Blessed (Príncipe Vultan), Timothy Dalton (Príncipe Barin). Nacionalidad y año: Estados Unidos 1977. Duración y datos técnicos: 89 min. Color 1.37:1.

Comentario: A finales de los años 70, y gracias al espectacular avance en el campo de los efectos especiales que supusieron películas como La guerra de las galaxias (Star wars, 1977) o Superman (1978), se le brindó al género fantástico y de ciencia ficción la oportunidad de abandonar los áridos territorios de la serie b, para poder lucir al fín los lujosos oropeles de las superproducciones: el colosal éxito y popularidad mediática de las películas arriba citadas despertó rápidamente el interés de los productores de todo el mundo, que empezaron a buscar de forma desesperada su propia gallina de los huevos de oro a través de la realización descontrolada de películas de este género.

Uno de estos mecenas con ansias de engordar aún más su cuenta corriente fue el mítico Dino De Laurentiis, productor a la vieja usanza de los que ya no quedan, tan capaz de arriesgar su dinero apostando por autores como Fellini, Bergman, Cronenberg o Lynch como de seguir la corriente de los éxitos que toquen en cada momento: siguió la moda del péplum con Ulises (Ulisse 1954) o Barrabás (Barabba 1961), del cine catastrofista con su remake de King Kong, (King Kong, 1976), y, finalmente, con Orca (1977) dió su particular versión del Tiburón (Jaws, 1975) de Spielberg.

Pero en esta ocasión, y para variar, parece que esta vez tenía entre manos un valor original y seguro: nada menos que Flash Gordon, uno de los personajes más populares de la historia del cómic, además de evidente fuente de inspiración para el universo galáctico que George Lucas había concebido recientemente.


No es nada difícil imaginar a De Laurentiis pensando que si una película remotamente basada en la obra de Alex Raymond había logrado tanta aceptación, si él acudía a la fuente original como punto de partida para realizar un film lograría, al menos, parecida recepción.

La cuestión es que Flash Gordon fue creado a mediados de los años 30, por lo que urgía una puesta al día si se iba a cometer la osadía de intentar plasmar su universo en celuloide casi medio siglo después: y viendo esta película queda bastante patente que se intentó modernizar al personaje y su universo... lo malo es que se quedaron diez años cortos, porque todos los elementos que la componen parecen haber sido concebidos (como mucho) a finales de los 60.

Si en los primeros minutos de metraje se nos insinúa una vuelta a la inocencia de los cómics, con sus cándidos personajes arquetípicos y sus situaciones cliché, cuando por fín llegamos al planeta Mongo nos damos cuenta de los caminos por los que va a transitar realmente la historia: factores como el recargamiento visual excesivo, los decorados de cartón piedra, la estética glam, y las ingenuas referencias sexuales, son más propios de los últimos coletazos de la década del amor que de principios de los 80.

Tres cuartos de lo mismo se podría decir de los efectos especiales, totalmente alejados de la sofisticación tecnológica de las obras de Donner y Lucas, y que no hacen otra cosa que aumentar más aún ese lado kitsch que ya de por sí desborda cada uno de los fotogrmas de la película.


Todos estos elementos la emparentan inevitablemente con films tan emblemáticos como Diabolik (Diabolik, 1968) o Barbarella (Barbarella, 1967), no por casualidad también producidos por De Laurentiis más de una decada antes: por lo visto, la concepción de la ciencia ficción del veterano productor había evolucionado muy poco en todos esos años.

Incidiendo en esta cuestión, también se hacen claras referencias a la 2ª guerra mundial y a Los Beatles, lo que resta innecesariamente a la cinta ese punto de atemporalidad que tan bien le podría haber ido para suavizar tanto exceso.

Por lo tanto, las primeras escenas que transcurren en el imperio de Ming no pueden hacer más que conducirnos al desconcierto, y más si te esperas ver una aventura del estilo de Star wars: aparte del impacto visual que nos puedan producir tantas lucecitas y destellos, el humor de mamporros que sale a relucir en la secuencia del pártido de fútbol (con Vultan repartiendo coscorrones entre la guardia del emperador para provocar la hilaridad del respetable, en una actitud más propia de una peli de Bud Spencer y Terence Hill) y los juegos de palabras con doble sentido, de evidentes connotaciones sexuales, delatan claramente la condición europea y (pretendidamente) más moderna de sus creadores.


Otro factor que indica el origen transalpino de sus fuentes de inspiración es la sorprendente inclusión de elementos más propios del péplum que de la película de superhéroes: por aquí campan a sus anchas sádicos villanos adictos a los afrodisíacos, sudorosos forzudos padeciendo en calabozos, y princesas ninfómanas que son torturadas de manera desproporcionada cuando intentan confraternizar con el enemigo.

Aunque leyendo esto pueda pensarse en el predominio de un claro tono de parodia, todo está tratado de la forma más seria posible: sus creadores simplemente creyeron que ésta era la mejor forma de adaptar el material original, y actuaron por lo tanto de la manera más profesional que supieron y hasta sus últimas consecuencias.

En el apartado interpretativo queda patente que escogieron a los actores por lo mucho que se adecuaban físicamente a cada uno de sus personajes, aunque por desgracia los supuestos protagonistas del film (los muy oscuros Sam J. Jones y Melody Anderson) dejan todo lo que se refiere al carisma y las dotes artísticas a los secundarios: incluso hasta el sosainas de Timothy Dalton, encarnando al príncipe Barin (una suerte de Errol Flynn descafeinado) parece que tenga gracia al lado de la supuestamente estelar pareja.

Max Von Sydow destaca sobre el resto componiendo al genial villano de la función, aunque lamentablemente no se prodigue demasiado su presencia a lo largo del metraje (principalmente, al principio y al final de la película) a favor de los demás personajes. (1)


Merecen señalarse también las creaciones de Brian Blessed como el príncipe Vultan y, sobre todo, de Topol como el profesor Zarkov, que además nos regala una inesperada y rara perla en la forma de la escena en la que le borran la memoria, con imágenes más propias de un film experimental que de una peli palomitera e intrascendental como las que nos ocupa.

Algo fundamental a la hora de hablar de una cinta de estas características es la importancia capital de la música: en una decisión tan comercial como aparentemente inapropiada se contrató al grupo de moda entonces, Queen, que realizó una banda sonora vigorosamente ecléctica que acabaría revelándose como la guinda final perfecta para el llamativo producto que acabaría siendo finalmente la película.

Desgraciadamente (o no) ni siquiera el disco con la banda sonora parece que tuvo demasiado éxito económico.


El recorrido de Flash por los estrafalarios mundos que componen el imperio, los colores imposibles (¡¡esos cielos color pastel!!) y la deliciosa sensación de falsedad en decorados y maquetas (que nada tendrían que envidiar a las de una serie tan entrañable como Thunderbirds) nos acercan más a la tradicional historia con buenos y malos, que a la fría, gris e impersonal ciencia ficción que había predominado casi por completo la década anterior.

Por sus características únicas, y su apuesta clara por la fantasia, Flash Gordon muy bien podría ser definida como una suerte de “mago de Oz con esteroides”.

En conclusión, ésta no es en absoluto una película que merezca ser tomada demasiado en serio pero, aún así, consigue mantener cierta coherencia dentro de sus evidentes fallos y su equivocada visión del personaje, lo que la convierte en una experiencia totalmente disfrutable si se ve con la adecuada falta de prejuicios.

Anécdotas:*De Laurentiis tuvo durante un tiempo la esperanza de que la dirigiera nada menos que Federico Fellini (¿¡!?): curiosamente, el enano que sirve de mascota a la princesa Aura fue bautizado Fellini, suponemos que en homenaje al director de La dolce vita. *Kurt Russell fue uno de los candidatos para el rol de Flash. *Nicolas Roeg también estuvo a punto de dirigirla, pero finalmente no la hizo por diferencias creativas: básicamente, quería darle al personaje una pátina metafísica, presentando a Gordon casi más como un mesías que como un simple héroe salvador. *Se consideró a Dennis Hopper para el papel de Zarkov. *Existe el rumor de que en la escena de la perdida de memoria de Zarkov aparecen escenas de anteriores películas de Topol. *El director finalmente elegido, Mike Hodges, era la octava opción en la lista de De Laurentiis. *George Lucas deseaba versionar al personaje a principios de los 70, pero al leer que los derechos eran propiedad de De Laurentiis decidió empezar a escribir su propio proyecto, Star wars. *En un principio se pensó en Pink Floyd para que se ocupara de la banda sonora. *Todos los actores principales firmaron para futuras secuelas, que no se llevaron a cabo ya que el film no funcionó tan bien como se esperaba. *El film tuvo un presupuesto final de 27 millones de dólares.

(1) Como apunte curioso sólo constatar la asiduidad con la que De Laurentiis contó con Von Sydow para diferentes proyectos a lo largo de casi una década: Los tres días del Cóndor (The three days of the Condor, 1975), Hurricane, 1979, Flash Gordon (Flash Gordon, 1980), Conan el bárbaro (Conan the barbarian, 1982) y Dune (Dune, 1984)



No hay comentarios: